12/05/2022
La colectivización de la inversión, autorizada en 2015, da a los trabajadores por cuenta propia la posibilidad de convertir la Reserva en su ‘plan de pensiones’
La Reserva para Inversiones en Canarias (RIC), uno de los incentivos tributarios más potentes del Régimen Económico y Fiscal (REF), da a los trabajadores autónomos la posibilidad de usarla al modo de un plan de pensiones o de ahorro. Sin embargo, más del 90% de los empleados por cuenta propia, más de nueve de cada diez, o no tienen capacidad para aprovechar la RIC, o no se están beneficiando en la medida en que podrían hacerlo o ni siquiera conocen las posibilidades que les brinda la Reserva. La crisis que ha traído consigo la covid, por un lado, y el misterio que sigue siendo este incentivo para muchos autónomos, por otro, impiden así que la mayoría de los autoempleados, y por ende la economía, exprima al máximo las ventajas de la RIC.
Aunque todavía hay quienes identifican la RIC solo con las grandes empresas –incluso desde la tribuna del Parlamento de Canarias o desde los plenos de Cabildos y Ayuntamientos–, lo cierto es que también los autónomos, los autónomos propiamente dichos, es decir, personas físicas, pueden acceder a este incentivo fiscal. Eso sí, hay que tener beneficios para poder destinar una parte para eso que se llama dotar la RIC. En lugar de tributar por esa parte, la empresa o el autoempleado se la reserva –de ahí el nombre– con el compromiso de reinvertirla en Canarias en un plazo máximo de tres años. Es lo que se conoce como materializar la RIC. De modo que el primer problema para la generalización del incentivo entre los trabajadores por cuenta propia es el mismo que vienen sufriendo las empresas desde la irrupción de la covid: la crisis económica. No obstante, existe un segundo gran hándicap: el desconocimiento que impera en el colectivo sobre las ventajas de la RIC. Más en concreto sobre la posibilidad de materializar la Reserva a través de instrumentos financieros.
Desde 2015, el autónomo puede colocar las cantidades reservadas para la RIC en productos de entidades financieras, siempre que esos productos o instrumentos sirvan para sufragar proyectos empresariales en las Islas. Se trata de una especie de colectivización de la inversión que puede ayudar a muchos autónomos a materializar la Reserva. Y lo que es más importante: supone un doble beneficio. El primer beneficio es para la economía regional, ya que las aportaciones a ese instrumento financiero colectivo permiten sacar adelante proyectos –un hotel, una instalación de energías renovables...– que a su vez generan nuevas infraestructuras y nuevos puestos de trabajo. Y el segundo beneficio es para los autónomos, que con sus aportaciones con cargo a la RIC pueden tener su propio plan de ahorro a largo plazo.
Así lo explica el abogado Enrique Guerra, director general de RIC Private Equity, una de las doce instituciones de inversión colectiva autorizadas por el Gobierno para operar con fondos RIC. En total ya son casi 164 millones de euros los que suman los instrumentos financieros de esa docena de entidades. «En la práctica es como pagar la cuota mensual del plan de pensiones; el autónomo puede crearse así su propia hucha para el día de mañana», ahonda el representante de RIC Private Equity. Además, hay que tener en cuenta que la inversión colectiva de estas entidades no se destina a startups –empresas emergentes– o a proyectos de cierto riesgo, sino fundamentalmente a préstamos garantizados. Guerra expone que el año pasado una inversión colectiva de siete millones gracias a aportaciones con cargo a la RIC hizo posible un proyecto hotelero que, a su vez, ha dado trabajo a 80 familias.
La colectivización de la Reserva ayuda también, apunta el abogado, a solucionar un problema con el que se topan muchos trabajadores por cuenta propia en el uso de la RIC: el agotamiento de los proyectos. Un pequeño bufete, una farmacia o cualquier otra actividad similar se queda en ocasiones sin posibilidades para reinvertir la Reserva, de ahí que una opción sean estas instituciones de inversión colectiva. El presidente de la ATA, Juan Carlos Arricivita, corrobora que, efectivamente, los pocos autoempleados que usan la RIC lo hacen en la compra del ordenador o la tableta, esto es, en la adquisición de pequeños elementos patrimoniales. Así que entre la crisis, los pocos autónomos que saben de las ventajas de la RIC y los que se quedan sin proyectos donde materializarla, en la ATA calculan que más del 90% se queda fuera del incentivo.
El refugio del vacacional
El boom del negocio del alquiler vacacional o turístico en los años inmediatamente anteriores al estallido de la pandemia a comienzos de 2020 convirtió esta actividad en uno de los refugios para la materialización de la RIC, según recordó este jueves el presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) en la Comunidad Autónoma, Juan Carlos Arricivita. La profunda crisis desatada por la covid-19 dio lugar a que muchos de esos pisos o casas destinados para el arrendamiento turístico acabaran pasando o volviendo al mercado del alquiler convencional o de larga estancia. De modo que también esta particular inversión con cargo a la RIC –hasta cierto punto controvertida porque se trata de un negocio también controvertido– ha perdido peso como vía para materializar la Reserva. La aportación a instrumentos financieros, permitida desde 2015, se abre así paso poco a poco.
Incentivos de Canarias
¿Qué es la Reserva para Inversiones en Canarias (RIC)?
La Reserva para Inversiones en Canarias, la más conocida por su acrónimo RIC, es uno de los incentivos tributarios más potentes del Régimen Económico y Fiscal (REF), el particular fuero de la Comunidad Autónoma.
¿En qué consiste la RIC?
La idea del legislador es que la empresa o el autónomo destine parte de sus beneficios a la RIC, es decir, que ‘reserve’ -de ahí el nombre del incentivo fiscal- una cuantía para reinvertirla en las Islas. Esto es lo que se conoce como ‘dotar la RIC’, y permite a la empresa, a través del Impuesto sobre Sociedades, o al autónomo, en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), descontarse hasta el 90% de la base imponible en el caso de las empresas y hasta el 80% en el de los trabajadores por cuenta propia. Luego tendrán tres años -en realidad cuatro a partir del ejercicio presupuestario en que se genera el beneficio que permite dotar la RIC- para llevar a cabo la inversión efectiva, esto es, para materializar la Reserva.
¿Por qué la RIC está infrautilizada por los trabajadores autónomos?
En estos momentos, el primer motivo es la crisis económica, tal como recuerda el presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) en Canarias, Juan Carlos Arricivita, ya que sin beneficios no hay RIC. Pero con independencia del mejor o peor momento por el que atraviese la economía isleña, hay otras dos razones que frenan la generalización de la Reserva entre los autoempleados: el agotamiento de los proyectos y el desconocimiento. Lo primero se debe a que muchísimos autónomos llevan a cabo actividades -pequeños despachos de abogados, farmacias, pequeños comercios, actividades profesionales...- donde las posibilidades de materializar la RIC son limitadas. Al final, la Reserva se limita en gran medida en la compra del ordenador o de la ‘tablet’. Y luego está el desconocimiento de una novedad clave para los autónomos: la RIC puede materializarse en instrumentos financieros desde 2015.
¿Qué es la inversión colectiva de la RIC?
Esa novedad implica que el autoempleado puede materializar la RIC incorporándose a una institución de inversión colectiva, como RIC Private Equity, por ejemplo, que a su vez destina esos fondos para la ejecución de proyectos en el Archipiélago. El autónomo tiene así su propio plan de ahorro a largo plazo.
Fuente: El Día
Por: Moisés Álvarez Montero
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